En la actualidad no sólo los niños con problemas de aprendizaje tienen difi cultades para incorporar la ortografía, sino la población en general. Este es un tema que merece una amplia consideración, por ejemplo, cabe plantearse que rol representan las reglas ortográfi cas… ¿Son los límites de la escritura? ¿Será que la población está falta de límites? ¿Será que en la enseñanza se ha fi ltrado la falta de límites dando prioridad a la creatividad?. Sea como sea, lo cierto es que a partir del tercer año de educación básica, las instituciones educativas empiezan a fi jarse en la ortografía y a bajar puntos en las evaluaciones de los niños.

Se ha dicho que la esperanza es lo último que se pierde, y la esperanza supone para cualquier profesional de la enseñanza de la Lengua, la confi anza en la posibilidad de mejorar el habla y la escritura siguiendo modelos considerados cultos.

Querámoslo o no, siempre confi amos en que podemos mejorar esta realidad, y nos es imposible ser absolutamente pesimistas, muy a pesar de los resultados que obtienen nuestros escolares después de analizar su expresión escrita y de examinar aspectos tan signifi cativos como son: léxico, cohesión, coherencia, adecuación y estructuras morfosintácticas utilizadas por los alumnos y alumnas en la redacción de textos.

Esta circunstancia nos ha llevado a pensar que los profesionales de la enseñanza tenemos que hacer un esfuerzo para distinguir lo objetivo de lo subjetivo; lo banal de lo importante. Resulta obvio, que para conseguir estas premisas, hay que estudiar la difi cultad del aprendizaje de la norma académica con un conocimiento de los problemas de tipo morfológico o sintáctico que tal o cual palabra puede plantear.

Por lo tanto, no aciertan los que creen, que la aplicación de un planteamiento educativo es patrimonio exclusivo de los teóricos de turno que, desde cualquier tribuna, se afanan en mostrar su inquietud con los resultados que obtiene el alumnado de educación básica en las pruebas de evaluación de las disciplinas instrumentales básicas -como es el caso del Lenguaje y las Matemáticas- achacándolos a leyes, marcos educativos circunstanciales y transitorios, en lugar de centrar el debate en planteamientos pedagógicos por los que, de un tiempo a esta parte, un segmento de docentes, ha optado por abandonar la ortografía, limitándose a exigirla pero no a enseñarla, siguiendo a pies juntillas el dictado de algunos currículum ofi ciales contra los que los profesionales de la enseñanza, sí deberíamos mostrar nuestra oposición y resistencia.

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